miércoles, 22 de junio de 2011

De raíces y personas

Las personas deciden cómo vivir, pocas son las que se liberan y dejan atrás sus raíces. Otras dependen tanto de la tierra en la que viven que no se pueden  permitir alejarse. En la fortaleza de las raíces no hay que perder de vista el apego. El apego está bien hasta cierto punto, pero puede ser una cárcel sin barrotes. La dependencia se va formando como una tortura invisible, cuando la ves es cuando tratas de separarte de esas cosas que estaban alrededor, de las personas, de las acciones.
Por eso crecer, echar raíces, y saber desprenderse nunca debe estar desligado a desterrar todo lo que formó a la persona. 

martes, 21 de junio de 2011

De cómo la rana ayudó de una u otra forma

  • La la laaa, iba la rana por la orilla de la charca cuando escuchó algo entre los juncos. El ruido era profundo,tan profundo que resultó ser un sapo atrapado.
  • ¡Aaay amiga rana sácame de aquí! Me comí tres moscardones y me quedé dormido a la sombra de los juncos, ahora no se que me pasa
  • ¡Siempre tan panzón el sapo!-pensó la rana-si tuviera la boca más grande se comería a sí mismo. Ahora el glotón no cabe entre los juncos...
  • No puedo ayudarle señor sapo.
  • ¿Cómo no? agarra esa rama y acércamela al morro; veremos que puedo hacer.
  • La rana perpleja pensó que si el sapo estaba loco, no había tenido suficiente con los moscardones y con quedarse atrapado que ahora quería agarrar con la boca el cabo ¿Podría resistirse el zampón a comerse también la rama?
  • La rana agarró la rama flexible y se la acercó, el sapo la enganchó con la boca y trató de tirar sin éxito alguno.
  • ¡Ay ranita ay! vas a tener que acercarte tú y hacer palanca a la vez que tiro, estoy demasiado ancho para moverme con soltura.
  • y la rana se acercó pero ni aún así, el palo-palanca quedaba inútil bajo el mórvido peso del sapo.
  • La rana estaba cabreada, me voy a desencajar las patas por culpa del panzón este, encima lo único que quiere es zampar. Pero a regañadientes se acercó más.
  • Un poco más ranita ¡acércate que ya casi salgo!
  • En un último esfuerzo la ranita se acercó lo suficiente como para poder darle fuerza a la palanca, el sapo se puso a ayudar con su cuerpo a la ranita a dándose impulso poco a poco. De este modo comenzó a balancearse y la palanca empezó a funcionar con éxito, gracias a la colaboración de ambos.
  • ¡¡Ya casi estamos ranita!!
  • ¡¡ya casi sapo!! gritó entusiasmada a pesar de todo porque estaba ayudando al sapito atrapado.
  • En uno de los balanceamientos el sapo aprovechó y se hincó de un bocado a la rana.
  • La moraleja;
  • En caso de ser rana, piensa mal y acertarás.
  • En caso de ser sapo, si te quedas atrapado, haz que la comida se desplace hasta ti

De cómo cae mal alguien, y va y le cae un mote

¿Por qué hay gente que cae mal? ¿Emiten un tipo de energía que repele a los demás o es que simplemente su comportamiento, su manera de estar, sus gestos, sus palabras o simplemente su cara de idiota nos hace repudiar a dicha persona de forma casi irracional? Irracional no, no nos engañemos, puede que el tío sea buena persona, o no, pero actúa con una conducta indeseable. Hablamos de aquel tipo de la biblioteca. En este caso el sujeto hace gestos raros, hecho que no ayuda a su ya de por sí fea imagen. Delgaducho, algunos granos, gafas presuntuosamente modernas mal acomodadas sobre su inquieto rostro. Utiliza usualmente como calzado unas botas de fútbol, de esas que tienen taquitos pequeños y que sirven tanto para pista como para hacer un apaño sobre césped artificial. Como es de esperar, al andar sobre la piedra del suelo de la biblioteca el taconeo que produce es espantoso, amplificado además por el eco del amplio espacio. Por si fuera poco el indivíduo es inquieto y sus paseitos son frecuentes. Siempre anda solo o mal arrejuntado, la gente no le retira la palabra, sólo busca la casualidad de no encontrarlo. ampoco es de ley retirársela, pues ese aire molesto se le ve tan arraigado en la misma piel, que le tiene que venir dado de nacimiento. De modo que como el chaval no tiene culpa, pero no hay un dios que lo soporte, nada en el juego del esquive sin saberlo.
Un episodio que protagonizó el amigo fue el día que apareció con unos pantalones de escándalo, de tela imposible, más cerca del experimento que de la moda. La tela, sintética como pocas, emitía un ruido raspón y desagradable al rozar pernera con pernera, y así recordando que su condición era inquieta se pueden imaginar el ratito que les hizo pasar a sus compañeros de estudio. Venga a mover las piernecitas, rasca que te rasca toda la tarde con el soniquete. Lo dicho, del todo insoportable.
Otro día le dió por quinchar entre los libros, se traía un meneo considerable moviéndolos de la estantería a la mesa, de la mesa al carrito, del carrito a la bibliotecaria, a la que por cierto mareó a cuenta de un libro que no estaba. Vuelta a la mesa, a la estantería, a la mesa, golpes de las patas de la silla contra el suelo y el chirrido del roce, el ruido de las páginas ¡qué ruido! El trajín que se trajo duró un buen rato y cuando se aburrió se dedicó a cotillear los apuntes del de al lado.  Y saben los que estudian que ese momento por alguna razón es raro y desagradable. Se rompe el crucial vínculo entre el estudioso y lo estudiado. Unos ojos vecinos invaden esa conexión y la inquietud se apodera del dueño de los apuntes violados. Segundos dramáticos que se alargan viendo cómo el estúpido mirón maldisimula su usurpación espacial. Ese día hicieron falta tres tosidos y dos ruiditos guturales para que el colega desistiera, claro que volvió al ajetreo de los libros.

Este es pues uno de esos casos en los que una persona por alguna extraña circunstancia resulta desagradable a los demás. Hay que saber que que por supuesto estando en un país al que le encanta rebautizar a todo el mundo posible, este sujeto no se iba a librar de la etiquetita. El mote, que suele caer de improviso le cayó al chaval como una piedra, pero como una piedra disimulada ahí detrás dónde no puede vislumbrarla, vamos que no sabe que la tiene. Cómo si los molestados quisieran devolverle su negatividad le hicieron portar el sobrenombre de El Odiado. No se complicaron, se preguntaron ¿Qué nos aporta este chaval? Odio, pues ahora será El Odiado.

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