Hoy amanece muy pronto, antes que el sol mismo. Un despertar de pegamento, que hace costoso comenzar un día más. El ritmo alto. Pero la máquina estaba preparada, engrasada para funcionar de manera enérgica. Los días pasados a igual ritmo alto, quizá es eso lo que energiza la mecanizada. Se transporta, actúa, ejecuta, pregunta, responde. Reflexión, también engrasada, en una agilidad arrolladora que le permita avanzar su línea a pisadas firmes, al lado del abismo, que contempla poderoso, no ve el final de su línea, pero la recorre decidido. Hay dudas, constantes, pero llevan un paquete adjunto, la decisión. O es al revés, son las dudas las que vienen adjuntas. Da lo mismo, lo recorre encontrando muchos puntos de información, unos toscos, otros torpes, otros valiosos, otros cálidos, útiles, desastrosos... hay de todo. Pero son puestos fijos que se dejan en el curso de su línea. Por el camino se encuentra piedras que recoge, le parece que es lo que tiene que hacer, lo que le hace sentir sus músculos, lo que agiliza su reflexión. Lo que le hace mejorar. Pero son pesadas y cada vez hay más. El sol mientras tanto recorre la bóveda. Traza un arco y mientras bailan las sombras la línea se perfila. Y el ocaso, y la noche. Ya quedan pocos escalones, pero está cansado, solo y feliz.
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