miércoles, 4 de abril de 2012

De una característica del sistema que habitamos

A la rapiña, voladores e insaciables. Son los seres que sobreviven, que devoran, y que acuden a dónde pueden saciar su personal interés. No hay más, pajarracos o personas, se mueven con los cambios, mueven sus cuerpos, y se antojan interesados. Desde siempre existen seres así, no pasa nada, forman parte de toda la realidad. Pero hay que saber quienes son. Normalmente ambiciosos, casi siempre codiciosos. Si enciendes tu televisor puede que los veas, se apelotonan tras las cámaras, eso algunos, otros prefieren no ser vistos, trajinar al amparo de las sombras, de la discreción. No son tontos. 
De modo que armas de seducción, dulces trinos, amables gestos pero con picos voraces que desgarran. La preciosa apariencia del compacto plumaje, brillante, colorido. Son admirables, lo que ofrecen es sugerente. Me dejo llevar y te dejas llevar... Y todos jugamos con ellos, mientras realmente son ellos los únicos que se divierten. Por eso dominan el mundo. Cuando salimos a la calle ya estamos en sus manos, brillantes luces, camionetas pintadas, son de ellos. Otros dicen dar la cara, los atriles de madera, los graznidos, los cantos, unas veces pían melodías otras nos perforan los tímpanos. Pero siempre siempre, lo que desean es comer más que tu, y más que todos.

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